EL ESCALOFRIANTE CRIMEN DE LAS CAJITAS DE AGUA
La cabeza del descuartizado, en fotografía de la prensa de la época. Imagen publicada en una revista "Vea" de 1973. En junio de 1923, Santiago de Chile era una ciudad muy distinta a lo que es hoy. Su esplendor arquitectónico se reducía más bien a los remanentes que había dejado la explotación salitrera, pues algunos de los edificios que hoy dan su aspecto característico al centro de la capital recién comenzaban a ser levantados. El régimen parlamentario que, de acuerdo a los críticos más radicales del período, mantenía al Estado convertido en la menos decorosa servidumbre aristocrática, estaban en decadencia y cerca de llegar a su fin. Con sólo medio millón de habitantes, además, la metrópoli santiaguina conocía no demasiado de industrialización. A pesar de esto, los problemas sociales generados por la migración del elemento campesino hacia la urbe se notaban: miseria, marginalidad, analfabetismo, incultura. Desde el siglo XIX...