EL ESCÁNDALO DE "LA MAFIA DE LOS ASTRÓLOGOS" DE 1962

Portada del diario "La Tercera", al destaparse públicamente el escándalo.

Un antiguo dicho europeo decía algo así como: "Cuando dos adivinos se encuentran en la calle, se echan a reír".
En enero y febrero de 1962, pleno verano, muchas cosas "extrañas" sucedían alertando a la opinión pública: movilizaciones sociales, olas delincuenciales y una explosión de funestos incendios forestales en todo el país. Lo más curioso, sin embargo, era que también se había pronosticado el "fin del mundo" para ese año, como consecuencia de una alineación de ocho planetas del Sistema Solar para el día 2 de febrero. En el mejor de los casos, un acontecimiento extraordinario sucedería entre los  siguientes días 4 y 5, que se especulaba desde el regreso del Mesías hasta el nacimiento del temido Anticristo.
Había un poco más de glamour y exotismo entre los supersticiosos de entonces, sin embargo: a diferencia de lo sucedido con los pregoneros del fin del mundo del año 2012, en donde las supuestas profecías apocalípticas atribuidas a los mayas fueron conjuradas con pésimos filmes de ocasión y contrarrestadas hasta con una horda de brujos cocaleros del Perú, en ese año de 1962 la humanidad fue rescatada por santones hindúes y maestros místicos de la India, que hicieron los ritos respectivos para frustrar a los agoreros del desastre. Cuando nada ocurrió y la primera semana de febrero transcurrió sin sobresaltos, cientos de aldeanos indios salieron a linchar a los astrólogos, nigromantes y adivinadores exigiéndoles devolver su dinero, mientras los agredidos debían escapar de los pueblos como almas a las que se lleva el Diablo.
Aunque la mayoría de los chilenos no creyó en los pronósticos fatalistas ni cayó en pánico internacional, el clima de incertidumbre y temor fue aprovechado por una serie de charlatanes y pseudo-magos con consultas propias y visitas a domicilio, ofreciendo desde paz espiritual para enfrentar los adversos momentos que venían hasta la salvación misma del alma una vez cumplido el Apocalipsis.
Fueron días rentables para pitonisas, adivinos, curanderos y esos chamanes chupadores de puros a la vez que escupidores de ron barato o aguardiente de enjuague, oficios en algunos casos muy poco conocidos hasta entonces en la sociedad chilena. Y así comentaba, por entonces, un encargado de la página editorial de "La Tercera de la Hora":
Yo conozco una señora astróloga que tiene tal clientela, que hay veces en que la cola de automóviles frente a su casa en el barrio alto es superior a las de Embajadas en día de cóctel. Y cobra $15.000 por consulta, 5 más que la de los médicos comunes...
En este ambiente favorable a la especulación y el engaño fue que quedaría revelado un escándalo que pasó a constituirse en uno de los más extraños, controversiales e intrincados asuntos de la historia criminal chilena: el caso de "La Mafia de los Astrólogos".
Era el 5 de febrero: el mismo día en que debían desatarse las terribles calamidades causadas por la conjunción de los planetas con la Luna y el Sol. El día en que debía acabarse el mundo... Pero en realidad estuvo por acabarse para un hombre en particular: Luis Rodríguez Mamby, astrólogo, escritor y curandero espiritual de Santiago que gozaba de cierta reputación en el ambiente.
Rodríguez, domiciliado en Pedro de Valdivia 1145 departamento 104, era un hombre de 48 años que cobraba hasta $50.000 por consulta en su local y librería de calle Miraflores 260, siendo considerado -por lo mismo- como uno de los más solicitados y prestigiosos del rubro. Pero esta buena fama no lo salvó de haber estado al borde de morir baleado y, luego, de las consecuencias de este impasse que acabó con su carrera y lo enfrentó a los tribunales de justicia, al destapar una intrincada maraña de engaños y fraudes.
Sucedió que Rodríguez había recibido en su consulta a una joven que, según se creía, llegó a comprar algunos libros de quiromancia y a pedir ciertas orientaciones de carácter emocional. Sin embargo, de súbito, la clienta habría sacado un arma de fuego con la que descargó tres tiros contra el astrólogo, dándose después a la fuga. Sólo uno de los tiros dio en el sujeto y otros dos se trabaron en el arma. La bala lo alcanzó en la garganta, pero milagrosamente sin tocar partes vitales. Eran las 17:45 horas de ese día lunes.
Rodríguez fue llevado de urgencia a la Posta Central y, desde allí, hasta la Clínica Santa María. Esa misma noche fue dado de alta al confirmarse que la herida no era mortal a pesar de que la bala, tras entrar por el cuello, se había alojado en la base del cráneo. El atacado podía considerarse, entonces, como un hombre inmensamente afortunado.
Sin embargo, las dudas sobre el incidente comenzaron no bien el herido debió dar su versión a la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones, en la mañana del día siguiente. Según la versión que proporcionó entonces, la mujer había asistido a su local a venderle un arma, pero en un descuido y mala manipulación mientras la tomaba, se le escaparon los tiros que casi le arrebatan la vida. Obviamente, nadie creyó semejante explicación y las dudas cundieron por sí solas.
Asustado e intentando dar una versión menos absurda que la ofrecida a la Brigada de Homicidios, mientras era consultado por periodistas del diario "La Tercera" unas pocas horas después en ese mismo día, Rodríguez explicó ahora que la chica, una "loca" según la definió, había llegado a su librería como cualquier otra cliente pues ya había hecho algunas consultas anteriores pidiendo orientación conyugal, pero esta vez trató de asesinarlo sin motivos reales o comprensibles.
Para su desgracia, sin embargo, la mujer se iba a presentar ante la policía: era una alta y atractiva muchacha, modista de 25 años, que se hacía llamar Alicia Pino Gallardo, quien llegó con una versión totalmente distinta que presentó después ante el Primer Juzgado del Crimen. Según relató entonces, su violenta reacción fue producto de la desesperación, al sentirse estafada y manipulada por el astrólogo:
Me di cuenta de que todo lo que me decía el señor Rodríguez era una patraña, y que se estaba aprovechando de mi ignorancia y mi estado emocional. Yo lo consultaba como cliente y le pagaba por ello, por cada sesión que me trataba... Me entregué porque me di cuenta que nada sacaba con huir. Y decidí que era mejor contarlo todo a la policía para que se desenmascare a los que abusan con la gente que cree estas cosas...
Continuaba su testimonio diciendo que había llegado hasta Rodríguez por recomendación de un amigo llamado Fernando Betancourt Martínez, de 40 años, para tratarse una depresión y desorientación emocional. Junto con consultar manos y astros, sin embargo, él la sometía a ritos en los que ella debía quedar "ligera de ropas" entre unas lámparas, mientras él rezaba misteriosas letanías.
Pero lo más insólito de todo era que, mientras la mujer se hallaba desnudada en cada sesión, el sujeto le tomaba fotografías. Este fue el detonante: avergonzada y comprendiendo mejor lo que sucedía, Alicia comenzó insistir a Rodríguez en que le entregara estas comprometedoras imágenes, petición a la que el astrólogo se negó. En un último intento, ella llevó el arma y le disparó, intentando vengar la humillación. "¡Ud. tiene la culpa y lo voy a matar!", le gritó antes de comenzar a disparar.
Con el parche aún en el cuello e intentando disimularlo con una bufanda, Rodríguez paseaba nerviosamente por el Primer Juzgado del Crimen cuando fue abordado otra vez por los periodistas. Su librería de calle Miraflores había sido inspeccionada por orden del juzgado, trámite concluido tras dos horas y media de revisión.
A esas alturas y ante el vuelco provocado por la aparición de Alicia, el autor de libros como "Curso de Evolución Integral" no tenía más remedio que insistir en su versión de la mujer "loca" que lo había atacado sin motivos reales, comentando a los reporteros:
En nuestra profesión uno se topa con gente así. Con neuróticos, psicópatas, etc. Una vez un señor quería pegarme porque le vendí un amuleto, y había perdido 500 mil pesos en la ruleta. Esto fue un gaje de la profesión...
En aquella entrevista, sin embargo, admitió haber conocido a  Alicia en noviembre del año anterior, cuando llegó como cliente a su consulta tras separarse de su marido. También intentó explicar que la influencia negativa de la conjunción astral que tenía lugar en esos días pudo haber desencadenado el incidente que casi le cuesta la vida, pues era "mucha casualidad" que sucediera justo ese día. Dijo, adicionalmente, que él no cobraba por las consultas, pues su negocio era escribir y vender libros, de modo que habría atendido gratis a la muchacha.
Ahora bien, el porqué la mujer le enrostró una culpa antes de dispararle, fue algo que explicó diciendo que ella había sido mal informada por su ex marido, respecto de que Rodríguez supuestamente le había contado todas las infidencias de Alicia a él, y  ella llegó a su negocio a cobrar venganza.
Finalmente, el astrólogo dijo que ella había ido dos veces al local ese día, primero a discutir y luego a dispararle, y negó categóricamente la acusación de haberle tomado fotografías comprometedoras a su agresora, la que iba a declarar su versión en ese mismo juzgado, pocas horas después.
Luis Rodríguez Mamby y María de las Mercedes Pino, poco después del intento de homicidio (Fuente imágenes: diario "La Tercera").
Tras la interrogación a Rodríguez y luego de escuchar el testimonio de Alicia, la juez subrogante Silvia Dupuy extendió la orden de investigación del caso e hizo citaciones para la joven de 29 años Gloria Muñoz González, quien trabajaba como secretaria de Rodríguez, y para otra mujer que trabajaba en el consultorio espiritual de una tal Petronila Trejo Millaqueo, en San Alfonso 49, donde también se ofrecía adivinación del futuro y venta de libros sobre astrología.
Ocurría que el tribunal había encontrado un nexo altamente sospechoso bajo la punta del iceberg representada por el reciente escándalo: mientras era interrogado, se descubrió que Rodríguez tenía vinculaciones con la supuesta mentalista y astróloga "araucana" doña Petronila, una empleada del astrólogo y charlatana que se presentaba como una maga mapuche, fabricante y vendedora de amuletos y talismanes para la suerte y el amor, pero que años antes, en 1940, un corresponsal sureño había revelado como una embaucadora y estafadora. La sorpresa fue recordar que, entonces, quien fue señalado como empleador de la supuesta maga mapuche fue Luis Rodríguez Mamby, el mismo que ahora aparecía implicado en el controvertido Proceso 80438 de "homicidio frustrado".
Pero las sorpresas no pararon: tras el allanamiento y los interrogatorios se llegó a la conclusión de que Rodríguez, efectivamente, había sometido a Alicia a procedimientos y consejos embarazosos para el honor de la muchacha, y se precisaron vínculos con el señor Fernando Betancourt, el mismo que la muchacha había mencionado como la persona que le sugirió visitar a Rodríguez en busca de orientación.
Betancourt fue una doble sorpresa dentro del caso, de hecho: era el hombre cuyo cariño la modista quería recuperar, por un lado, y por otro fue señalado entonces como un charlatán más de la red, quien se dedicaba a las mismas truculencias y engaños bajo la fachada de actividades de astrología y orientación espiritual. Aunque estaba desaparecido en algún lugar de Viña del Mar, se supo que trabajaba asociado a otra adivina llamada Sara Fernández, alias madame Shara, con quien tenía una relación y con la que abrió un consultorio para ambos en Santiago, en la dirección de Ejército 674, que en ese instante estaba encargado a una cuidadora.
También surgió el rumor de que la modista había sido parte de la misma farsa lucrativa, asumiendo el papel de una vidente que se hacía llamar Mariana. La duda se acentuó cuando fue revelado que Alicia Pino no se llamaba así, sino que su nombre real era María de las Mercedes Pino Gallardo. Por alguna razón, la modista usaba como seudónimo el nombre de Alicia.
A pesar de hallarse acorralado, Rodríguez insistió en negar la existencia de las fotos y conocer a Betancourt al que, sin embargo, señalaba como el autor de todo este enredo, por "envidia profesional". También amenazó con querellarse contra los medios de prensa que estaban dándolo por culpable.
Y si las cosas sonaban confusas y polémicas a esas alturas, lo que ocurrió a continuación se salió de todo parámetro comprensible...
Betancourt, según la versión de Alicia, era el hombre que le había informado a ella de la existencia de las fotografías que había tomado Rodríguez, y por eso quiso matarlo. La imagen habría sido descubierta y estaba en manos ya del tribunal, según contó ella a la prensa.
No fue todo lo que se supo de estas fotografías: Rodríguez tenía todo un procedimiento de "sexo espiritual" con sus clientas, llevando a ejecución con ellas absurdas sesiones de sanación y magia en las que participaban otras mujeres como María Mejía, Betzabé Fernández y Julia Araya, todas ellas retratadas en una misma fotografía comprometedora que también llegó al tribunal como evidencia.
Pero justo entonces, una llamada anónima alerta a la Policía de Investigaciones: un sujeto había ido a su estudio de Miraflores, había quebrado un vidrio para acceder y sacar de allí fotografías y material comprometedor. Carabineros y detectives volaron hasta la consulta apenas colgaron el teléfono. Los uniformados fueron los primeros en llegar, acompañados de reporteros de prensa, y cuál sería la sorpresa al descubrir adentro al propio Rodríguez, acompañado del joven egresado de leyes Enrique Monti, quien oficiaba como su asesor legal y era hijo de un conocido abogado de la época, además de un empleado de la librería. De hecho, fueron fotografiados por los reporteros en aquella comprometedora ocasión.
Al ser sorprendidos los tres y solicitarse una aclaración a ambos pos su presencia allí, Rodríguez intentó explicar nerviosamente que se le había quedado su llave dentro del escritorio y, para recuperarla, debió romper el cristal e ingresar de esta forma a su propio local, explicación que nadie creyó y que causó incluso hilaridad en los presentes. A los minutos llegaron los detectives, pero al no contar con una orden, no pudieron detener al astrólogo a pesar de no haberse tragado su burda versión de los hechos.
A pesar de no poder ser detenido, a menos de una semana de ocurrido su intento de asesinato el tribunal ya tenía claro que el caso era parte de una red mafiosa de supuestos astrólogos dedicados a actividades oscuras de fraude, extorsión y vejámenes inmorales. Se estableció también que Betancourt era un charlatán que había comenzado fingiendo ser un fakir o algo parecido, en exhibiciones que daba en la Plaza Tirso de Molina de Recoleta, cerca de la Vega Chica y la feria de la Plaza Artesanos, desde donde emigró a la Alameda abriendo una consulta con su esposa, la astróloga Shara. Desde entonces, se dedicaba a esta clase de engaños.
Fernando Betancourt en las portadas de los diarios, y Luis Rodríguez llegando a los Tribunales de Justicia acompañado de un policía, después de ser encargado reo.
Las noticias llegaron velozmente a los periódicos y se comenzó a hablar desde entonces de "La Mafia de los Astrólogos" para referirse al caso, que aparecía en grandes titulares de portadas. Los flashes de las cámaras iluminaban las puertas de los tribunales en cada movimiento, y los diarios pusieron atención especialmente en el desarrollo de este sensacional escándalo.
A medida que avanzaban las horas y los días, el asunto se hacía más y más complejo. Pudo determinar con certeza el tribunal que la tal Alicia, o mejor dicho María de las Mercedes, además de modista se dedicaba a estas mismas actividades de supuesta astróloga, con el pseudónimo de Mariana. La mujer había vivido y trabajado en calle Marina de Gaete 437, en donde Betancourt arrendó una pieza y luego se hizo su cómplice, enviándole clientes que él mismo atendía, para así ayudarla económicamente. Betancourt le proporcionaba información de estos clientes para que Mariana supiera qué preguntar y responder, sorprendiéndolos y convenciendo así a los incautos de que estaban frente a una auténtica vidente, la que cobraba de 5 a 10 mil pesos por consulta.
María de las Mercedes (ya no más Alicia), también había tenido una relación íntima con Betancourt pero, después de una discusión entre ambos, ella salió a pedir consultas y orientación a Rodríguez, quien la atendió en su local de calle Miraflores 260. Allí fue sometida a las humillantes y pervertidas sesiones "espirituales" que practicaba el astrólogo, ocasión en la que le tomó al menos una fotografía. Esta imagen, a su vez  y por razones que nunca quedaron claras pero que revelaban un vínculo entre Rodríguez y Betancourt, fue a parar a manos de este último.
Fue así que María de las Mercedes se enteró de la existencia de la fotografía y partió a exigirle a Rodríguez los negativos o bien a atacarlo directamente como venganza. Llevada otra vez ante el tribunal el día 7 de febrero, seguía insistiendo en haber sido sólo una víctima "de depravados", pero de todos modos fue declarada reo.
Obviamente, Rodríguez seguía alegando inocencia a pesar de que todas las constelaciones del zodiaco se desmoronaban sobre su cabeza. Para incremento de su desgracia, se hizo público un antecedente sobre su vida que había pasado medianamente inadvertido: en 1943, y luego de una investigación de la Primera Comisaría Judicial, había sido expulsado del país por embaucador y extorsionador al ofrecer falsos servicios de astrología y ayuda para encontrar la fortuna, con los que comprometía a los clientes en obligaciones de seguir cancelándole dinero. Asistido por sus abogados, logró zafarse de la expulsión en esa y en otra ocasión, por las mismas acusaciones.
En tanto, al regresar Betancourt a Santiago y ver sus fotos en primera página de los diarios, de inmediato se sintió acosado y perseguido, sin puerta de escape. Se encontró también con la sorpresa de que su empleada doméstica, Sabina Contreras Rivera, ya había hablado con los detectives y había confirmado que su patrón tenía fotografías de mujeres desnudas que había tomado Rodríguez, todas de clientas del mismo astrólogo, incluyendo una de María de las Mercedes. La empleada también había entregado la fotografía donde aparecían desnudas María de las Mercedes, María Mejía, Betzabé Fernández y Julia Araya, todas acusando al astrólogo de haber sido humilladas con ritos donde les vendaban los ojos y las desnudaban.
Así, sin ver escapatoria posible, Betancourt se entregó a la policía el día 9 de febrero. Como era previsible, su primera declaración culpaba de todo a Rodríguez y confirmaba como práctica regular de este sujeto el fotografiar a sus clientas en situaciones como la descrita. María de las Mercedes no apeló a la encargatoria de reo, pues no tenía dinero para contratar un abogado, y Betancourt quedó incomunicado.
Afuera de los juzgados,  en tanto, se agolpaba un enjambre de reporteros y camarógrafos tratando de registrar la llegada, entrada y salida de los tantos personajes implicados en el bochornoso escándalo. Incluso uno de los corresponsales que cubría el caso para "La Tercera" fue llamado por el tribunal, para colaborar con su declaración en la causa, a lo que accedió ayudando con información pero acogiéndose en otros casos al secreto profesional. La expectación era enorme, y se rumoreó también de importantes e influyentes personajes públicos que pudieron estar ligados a las actividades de Rodríguez y Betancourt, pero no hubo pruebas concretas de ello.
Quizá intentando eludir toda esta atención, Rodríguez se hizo internar en la Clínica Alemana de Dávila Baeza 727 para atender sus heridas todavía frescas, pero de todos modos fue interrogado en el lugar. La entrevista ordenada por el tribunal resultó nefasta para el astrólogo: nervioso y asustado, cayó en innumerables contradicciones y todo su testimonio que pretendía desvincularlo de las fotografías y de las redes de extorsión, se vino completamente abajo.
En definitiva, el interrogatorio no pudo serle más adverso. Poco rato después de haber abandonar la clínica, su domicilio de calle Pedro de Valdivia fue allanado, a pesar de los intentos de su empleada doméstica por negar a los detectives que él vivía allí y luego alegar que su patrón estaba en cama convaleciente de la operación y no podía atender a nadie. De nada le sirvieron estas excusas: fue declarado reo "por ofensas al pudor y las buenas costumbres" de acuerdo al Código Penal, pero su abogado Osvaldo López logró excarcelarlo en la tarde de ese mismo día, tras pagar una fianza de $20.000... Menos de lo que el propio Rodríguez cobraba a veces por cada consulta.
Betancourt, por su lado, fue encargado reo por "instigador de homicidio frustrado", pues se estimó que había una intención malévola en su revelación de las fotografías de María de las Mercedes, donde aparecía desnuda con otras mujeres sometidas al vejamen "ritual". También se precisó que Betancourt practicaba sesiones de "sexo espiritual" similares a las de Rodríguez, pero dirigidas por un amigo apodado ostentosamente como El Sacerdote, en su consulta de Marina de Gaete, por lo que sería procesado por los mismos cargos de ofensa a la moral. También se extendió una orden de captura para El Sacerdote.
Ni Betancourt ni Rodríguez lo confesaron, pero era probable que existiera alguna conexión "profesional" entre ambos, como la que tenía con Mariana al proporcionarle información de esos clientes que después el adivino hacía pasar como talentos de su clarividencia. Sí confirmó que el propio Rodríguez le había entregado estas imágenes donde aparecían las mujeres desnudadas.
Cabe observar que aquella práctica de colusión malévola entre "brujos" para engañar a clientes ingenuos y cometer incluso abusos, como los descritos, ha sido realizada muchas veces por charlatanes de la adivinación, no sólo en Chile. Es casi un secreto a voces, de hecho, el que muchos actuales chamanes extranjeros y curanderos con exotismos tropicales operando en Santiago también recurren a tales tretas. Por alguna razón, sin embargo, la legislación, los tribunales y el actuar policial actuales parecen mucho más benevolentes y tolerantes que en aquel entonces.
De esa forma terminó, entonces, la compleja historia de astrología, estafas, chantajes, líos de faldas y perversiones, alguna vez conocida como "La Mafia de los Astrólogos"... ¿Qué tan lejos se está hoy en día de estas prácticas, cuando algunos de los propios tarotistas, quiromantes y astrólogos han denunciado que existen cantidades de falsos practicantes del oficio que, sin embargo, han tenido importantes autoridades políticas y gubernamentales sentadas en sus mesones?... Eso es otro misterio para adivinos.

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