EL ESCÁNDALO DE "LA MAFIA DE LOS ASTRÓLOGOS" DE 1962
Portada del diario "La Tercera", al destaparse públicamente el escándalo.
Un antiguo dicho europeo decía algo así como: "Cuando dos adivinos se
encuentran en la calle, se echan a reír"... Algo de oportuno tiene tal
sentencia para este caso.
En enero y febrero de 1962, pleno verano, muchas cosas "extrañas" sucedían
alertando a la opinión pública chilena: movilizaciones sociales, olas
delictuales y una explosión de funestos incendios forestales en todo el
país. Días de incertidumbre y de malos prospectos, según parece... Lo más curioso, sin embargo, era que también se había pronosticado el
"fin del mundo" para ese año, como consecuencia de una alineación de astros del Sistema Solar en la casa de Capricornio para el día 2 de febrero: Sol, Luna, Venus, Júpiter, Marte, Mercurio y Saturno. En el mejor de los
casos, un acontecimiento extraordinario debía suceder entre los siguientes días
4 y 5, que se especulaba desde el tan postergado regreso del Mesías hasta el nacimiento del
temido Anticristo, con cataclismos incluidos.
Comparados con nuestro tiempo, había un poco más de glamour y exotismo entre los supersticiosos de aquel
entonces, sin embargo: a diferencia de lo sucedido con los pregoneros del
fin del mundo del año 2012, en donde las supuestas profecías apocalípticas
atribuidas a los mayas fueron conjuradas con pésimos filmes de ocasión y
contrarrestadas hasta con una horda de brujos cocaleros del Perú, durante ese año
de 1962 la humanidad pudo ser rescatada por santones hindúes y maestros místicos
de la India, que hicieron los ritos respectivos para frustrar a los agoreros
del desastre y no acabar como los dinosaurios del Cretácico. Así las cosas, cuando nada ocurrió y la primera semana de febrero transcurrió
sin sobresaltos para el mundo, se dio la curiosidad de que cientos de aldeanos indios salieron por las aldeas a linchar a los
astrólogos, nigromantes y adivinadores exigiéndoles devolver su dinero,
mientras los agredidos debían escapar de los mismos pueblos como almas a las que se
lleva el Diablo.
Aunque la mayoría de los chilenos no creyó en los pronósticos fatalistas ni
cayó en pánico internacional, pues el clima interno ya los tenía demasiado distraídos, el mismo contexto de incertidumbre y temor fue
aprovechado por algunos emprendedores con más motivación de mercachifles. De este modo, una serie de charlatanes y pseudomagos con consultas
propias y visitas a domicilio surgieron ofreciendo desde paz espiritual para
enfrentar los adversos momentos que venían hasta la salvación misma del alma
una vez cumplido el Apocalipsis. Los propios consultores espirituales más convencionales advertían de la banalización de su oficio en esos años, con la aparición de toda clase de excentricidades y exotismos que, en esos años, resultaban realmente extravagantes.
Fueron días rentables, entonces, para pitonisas, adivinos, curanderos y esos chamanes
chupadores de puros a la vez que escupidores de ron barato o aguardiente de
enjuague, oficios en algunos casos muy poco conocidos hasta entonces en la
sociedad chilena. Las angustias, las depresiones, las inestabilidades emocionales se reducían a conclusiones como "A Ud. le hicieron un trabajo" o bien "Hay alguien cercano que le provoca mal de ojo". Por entonces, un encargado de la página editorial de "La Tercera de La
Hora" comentaba compungido a los lectores:
Yo conozco una señora astróloga que tiene tal clientela, que hay veces en
que la cola de automóviles frente a su casa en el barrio alto es superior a
las de Embajadas en día de cóctel. Y cobra $15.000 por consulta, 5 más que
la de los médicos comunes...
En este ambiente favorable a la especulación y el engaño, entonces, fue que quedaría
revelado un escándalo que pasó a constituirse en uno de los más extraños,
controversiales e intrincados asuntos de la historia criminal chilena: el
caso de "La Mafia de los Astrólogos". Todavía es capaz de generar discrepancias y discusiones, principalmente por la mucha cantidad de cabos sueltos y nebulosas que fue capaz de dejar en su registro.
Era el lunes 5 de febrero de 1962, el mismo día en que debían desatarse las terribles
calamidades causadas por la conjunción de los planetas con la luna y el sol.
El día en que debía acabarse el infame e incorregible mundo... Pero en realidad estuvo casi por
acabarse para un hombre en particular, o cuanto menos para su reputación: Luis Rodríguez Mamby, conocido astrólogo,
escritor y curandero espiritual del Santiago de entonces, quien disfrutaba de cierto respeto y renombre
en el mismo ambiente ahora infectado por otros de menor cuantía y considerados meros chantas, como diríamos hoy. Domiciliado en avenida Pedro de Valdivia 1145, departamento 104, era un
hombre de 48 años casado con Regina Orrego; cobraba hasta $50.000 por consulta en su local y
librería de calle Miraflores 260, en pleno centro de Santiago, llamado Centro de Estudios Astrológicos. Por esto mismo era considerado dentro de su ecosistema uno
de los más solicitados y prestigiosos del rubro. Pero esta buena fama no lo
salvó de haber estado al borde de morir baleado y, luego, de las
consecuencias de este impasse que lesionó su carrera y lo enfrentó
a los tribunales de justicia, al destapar una intrincada maraña de engaños y
fraudes.
Sucedió que Rodríguez había recibido en su céntrica consulta a una joven quien se identificaba como Alicia Pino Gallardo y que, según
se creía, llegó a comprar algunos libros de quiromancia y a pedir ciertas
orientaciones de carácter emocional o espiritual, como era corriente que lo hiciera su clientela. Sin embargo, de súbito, la mujer habría sacado un arma de fuego dentro del local con la que descargó tres tiros contra el
astrólogo, dándose después a la fuga. Sólo uno de los tiros dio en el sujeto, ahora objetivo, y otros dos se perdieron, al parecer porque el arma comenzó a trabarse. La bala con el premio lo alcanzó en la garganta pero,
milagrosamente, sin tocar partes vitales. Eran las 17:45 horas de esa tarde a inicios de la semana, según "La Tercera".
El maltrecho y asustado Rodríguez fue llevado de urgencia a la Posta Central y, desde allí, hasta la
Clínica Santa María. Esa misma noche fue dado de alta al confirmarse que la
herida no era mortal a pesar de que la bala, tras entrar por el cuello, se
había alojado en la base del cráneo. El atacado podía considerarse,
entonces, como un hombre inmensamente afortunado, algo que sonaban hasta beneficioso y promocional para su oficio. "Conjunción de planetas dejó un herido a bala en Santiago", titulaba con sátira la noticia al día siguiente el diario "La Nación":
Alicia Pino abandonó la librería alrededor de las 17.30 horas y regresó una hora después. Sin mayor explicación se enfrentó al astrólogo criollo y gritándole "Usted tiene la culpa" desenfundó una pistola y disparó tres tiros. Uno de ellos alcanzó a Rodríguez Mambi en la garganta, por lo cual fue trasladado de inmediato a la Asistencia Pública, en donde después de prestarle las curaciones de rigor se le envió a su domicilio.
Su agresora, con un libro bajo el brazo y la pistola en la cartera huyó y anoche era buscada por la policía que trata de establecer los verdaderos móviles del atentado.
Sin embargo, las dudas sobre el incidente iban a comenzar no bien el herido debió
daba su versión a la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones,
en la mañana del día siguiente. Según la versión que proporcionó entonces a los agentes,
la mujer había asistido a su local con la intención de venderle un arma, pero en un descuido y
mala manipulación mientras la inspeccionaba, se le escaparon los tiros que casi le
arrebatan la vida. Obviamente, nadie creyó semejante explicación y las dudas
cundieron por sí solas.
Temiendo lo peor e intentando dar una nueva versión, esta vez menos absurda que la ofrecida a la
Brigada de Homicidios, mientras Rodríguez era consultado por ahora periodistas del diario
"La Tercera" y sólo unas pocas horas después en ese mismo día, explicó
con muy poca creatividad que la chica agresora, una "loca" según la definió, había llegado a su librería
como cualquier otra cliente pues ya había hecho algunas consultas anteriores. Había acudido a sus servicios
pidiendo orientación conyugal, particularmente, pero esta vez trató de asesinarlo de manera sorpresiva, sin motivos
reales o comprensibles, versión que sólo sonaba más confusa y extraña.
Para su desgracia, sin embargo, la mujer se iba a presentar ante la policía por esos mismos momentos:
era una alta y atractiva muchacha, modista de 25 o 26 años, la nombrada Alicia Pino Gallardo. Como era esperable, ella llegó con una versión totalmente distinta que
presentó también ante el Primer Juzgado del Crimen, poco después. Según relató entonces,
su violenta reacción con arma de fuego fue producto de la desesperación, al sentirse estafada
y manipulada por el astrólogo:
Me di cuenta de que todo lo que me decía el señor Rodríguez era una patraña,
y que se estaba aprovechando de mi ignorancia y mi estado emocional. Yo lo
consultaba como cliente y le pagaba por ello, por cada sesión que me
trataba... Me entregué porque me di cuenta que nada sacaba con huir. Y
decidí que era mejor contarlo todo a la policía para que se desenmascare a
los que abusan con la gente que cree estas cosas...
Continuaba su testimonio diciendo que había llegado hasta Rodríguez por
recomendación de un amigo de ambos, llamado Fernando Betancourt Martínez. Era un hombre de 40 años dedicado a las mismas actividades que el agredido. La intención de la muchacha era tratarse con él una depresión y desorientación emocional que venían afectándola hacía tiempo, por lo que comenzó un "tratamiento" con Rodríguez. Junto con consultar
manos y astros, sin embargo, denunciaba que él la sometía a ritos en los que ella debía
quedar "ligera de ropas" entre unas lámparas, mientras él rezaba misteriosas
letanías.
Pero lo más insólito de todo este cada vez más escabroso asunto era que, mientras la mujer se hallaba desnudada
en cada onerosa sesión (total o parcialmente, no lo sabemos con exactitud), el sujeto también le tomaba fotografías. Este fue el detonante, en consecuencia:
avergonzada y comprendiendo mejor lo que sucedía con el correr de los días, Alicia comenzó insistir a
Rodríguez en que le entregara estas comprometedoras imágenes, petición a la
que el astrólogo se negó. En un último intento, entonces, ella llevó el arma y disparó intentando vengar la humillación a la que se sentía sometida.
"¡Ud. tiene la culpa y lo voy a matar!", le gritó antes de comenzar a darle tiros.
Mientras se le venía el mundo encima y con el parche aún en el cuello e intentando disimularlo con una bufanda,
Rodríguez paseaba nerviosamente por el Primer Juzgado del Crimen cuando fue
abordado otra vez por los periodistas, ya enterados de la confesión de la chica. Su librería de calle Miraflores había
sido inspeccionada por orden del juzgado, además, trámite concluido tras dos horas y
media de revisión. A esas alturas y ante el vuelco provocado por la aparición de Alicia, el
autor de libros de autoayuda como "Curso de evolución integral" no tenía más salida que
insistir en su versión de la mujer "loca" que lo había atacado sin motivos
reales o comprensibles, comentando a los reporteros:
En nuestra profesión uno se topa con gente así. Con neuróticos,
psicópatas, etc. Una vez un señor quería pegarme porque le vendí un
amuleto, y había perdido 500 mil pesos en la ruleta. Esto fue un gaje de
la profesión...
En aquella entrevista, sin embargo, Rodríguez tuvo que echar marcha atrás en algunas de sus afirmaciones previas: admitió haber conocido a Alicia en
noviembre del año anterior, no mucho aclaró, cuando llegó como cliente a su consulta tras
separarse de su marido. También intentó explicar que influencia negativa
de la señalada conjunción astral que tenía lugar en esos días pudo haber
desencadenado el incidente que casi le cuesta la vida, pues era "mucha
casualidad" que sucediera justo ese día, enfatizaba. Dijo, adicionalmente, que él no
cobraba por las consultas, pues su negocio era escribir y vender libros, de
modo que habría atendido gratis a la muchacha.
Ahora
bien, el porqué la mujer le enrostró una culpa como la descrita antes
de dispararle,
fue algo que explicó diciendo que ella había sido mal informada por su
exmarido, respecto de que Rodríguez supuestamente le había contado todas
las
infidencias de Alicia a él, y así ella llegó a su negocio a cobrar
venganza... Finalmente, el astrólogo agregó que ella había ido dos veces
al local ese día,
primero a discutir y luego a dispararle, negando categóricamente la
acusación
de haberle tomado fotografías comprometedoras a su agresora, la que iba
a
declarar completando su versión de los hechos en ese mismo juzgado,
pocas horas después.
Tras
la interrogación a Rodríguez y luego de escuchar atentamente el
testimonio de
Alicia, la juez subrogante Silvia Dupuy extendió la orden de
investigación
del caso e hizo citaciones para una joven de 29 años llamada Gloria
Muñoz González. Esta última trabajaba como secretaria de Rodríguez.
Inesperadamente, también fue llamada a declarar otra mujer quien
trabajaba en el consultorio espiritual de una tal Petronila Trejo
Millaqueo,
en calle San Alfonso 49 muy cerca de la Estación Central y del Portal
Edwards, donde también se ofrecía adivinación del futuro y venta
de libros sobre astrología o ciencias ocultas. La exhaustividad del
tribunal no era capricho: ocurría que los investigadores habían
encontrado un nexo altamente sospechoso bajo
la punta del iceberg representado por el reciente escándalo.En
efecto, mientras era
interrogado se descubrió que Rodríguez tenía vinculaciones también con
la supuesta
mentalista y astróloga "araucana" doña Petronila, mujer quien fue
definida entonces como una empleada del astrólogo
y charlatana muy distante al prestigio del que hacía gárgaras su
patrón. Petronila se presentaba públicamente como una maga y mentalista
mapuche, fabricante y vendedora
de amuletos y talismanes para la suerte y el amor que vendía como
"joyas zodiacales" por catálogo. "Astróloga, ciencia del pasado y del
futuro", decía de ella su publicidad nada económica en medios como la
revista "Ecran", en 1944, y en Arauco era tan conocida que algunos
grupos indigenistas, tal vez por ingenuidad, han intentando recordarla
en nuestra época como gran exponente de las dignidades de la memoria
cultural mapuche. El caso es que, a inicios de los mismos años cuarenta,
un corresponsal sureño ya había revelado a Petronila como una
embaucadora y
estafadora, quizá la razón por la que debió dejar la provincia y
mudarse a la capital. La sorpresa fue más grande al advertirse que, por
entonces, quien había sido señalado ya como
empleador de la supuesta maga mapuche era Luis Rodríguez Mamby, el
mismo quien
ahora aparecía implicado en el controvertido Proceso 80438 de
"homicidio
frustrado". Rodríguez incluso tenía registrada la marca Petronila Trejo
Millaqueo y Compañía cuando fue atacado en 1962.
Pero las sorpresas no paraban: tras el allanamiento del local y los
puntilloso interrogatorios se
llegó a la conclusión de que Rodríguez, efectivamente, había sometido a
Alicia a procedimientos y consejos embarazosos para el honor de la
muchacha. Los inspectores también precisaron ala existencia de algunas
relaciones más estrechas de lo que se creía al principio entre este
sujeto y el señor Fernando Betancourt, el mismo a quien la
muchacha había mencionado como la persona que le sugirió visitar a
Rodríguez
en busca de orientación espiritual.
Betancourt fue doble pieza de asombro dentro del entuerto, de hecho: se decía que era el mismísimo hombre
cuyo cariño la modista quería recuperar, por un lado, y por otro fue
señalado entonces como otro charlatán de la red, quien se habría dedicado a las
mismas truculencias y engaños bajo la fachada de actividades de astrología y
orientación espiritual. Por supuesto, él negaba todo y, aunque estaba desaparecido en algún lugar de Viña
del Mar en esos momentos, se supo que trabajaba asociado a otra adivina y quiromante llamada en los periódicos Sara
Fernández, alias madame Shara, con quien tenía una relación de
pareja. De hecho, con ella había abierto un consultorio donde ambos
trabajaban en Santiago, en la dirección de Ejército
674, en un viejo inmueble que todavía existe cerca de la esquina con
Domeyko y que, en ese instante, estaba encargado a una cuidadora.

Luis Rodríguez Mamby y María de las Mercedes Pino, poco después del
intento de homicidio. Fuente imágenes: diario "La Tercera".

Fernando Betancourt en las portadas de los diarios, y Luis Rodríguez
llegando a los Tribunales de Justicia acompañado de un policía, después de
ser encargado reo.

Aviso publicitario de Petronila Trejo Millaqueo, adivina y astróloga de Arauco quien ya había implicado a Luis Rodríguez Mamby en un escándalo de fraudes. Anuncio publicado en la revista "Ecran", septiembre de 1944.
Antes que Shara llegara a ser
después una famosa figura radial con sus adivinaciones y
consejos varios, su consulta de calle Ejército ya le estaba dando cierto prestigio en el ambiente de lo sobrenatural y espiritual del crédulo Santiago de entonces. Testigos de aquella época decían que ella hacía allí una entrevista al público que llegara, específicamente en una sala especial dentro de la misma, y luego, sin que hubiese un contacto previo entre ella y Betancourt, este llegaba al rato al mismo sitio pero pareciendo conocer todo lo que el paciente ya había expresado a su mujer. Las teorías intentando explicar este fenómeno iban desde la idea de que Betancourt se escondía detrás de unas cortinas en la misma sala, pudiendo escuchar toda la entrevista antes de entrar a escena, hasta supuestos enlaces telepáticos entre ambos adivinos.
La prensa de entonces informaba también que surgió el rumor todavía más lioso: que la modista protagonista del incidente había sido parte de la misma farsa
lucrativa denunciada, en su caso asumiendo el papel de una vidente que se hacía llamar Mariana.
La duda se acentuó más todavía cuando se reveló, además, que la supuesta Alicia Pino no se llamaba así: su nombre real era María de las Mercedes Pino Gallardo. Por alguna
razón, entonces, la modista usaba como seudónimo el nombre de Alicia y se presentaba públicamente con este mote.
A pesar de hallarse acorralado y con escaso rango de acción, Rodríguez insistió en negar la existencia de
las fotografías y también aseguró no conocer a Betancourt al que, sin embargo (y en otra contradictoria respuesta), señalaba como el autor
de todo este enredo por meras causas de "envidia profesional". Adicionalmente, amenazó con
querellarse contra los medios de prensa que ya estaban dándolo por culpable. Puede concedérsele algo, al respecto: el amarillismo de la prensa hizo su parte en inflar todo este asunto, por supuesto, aunque dando una gran satisfacción a los incrédulos y escépticos que siempre habían visto como viles timadores a esta clase de agoreros y adivinos.
Y si las cosas ya sonaban bastante confusas y polémicas a esas alturas, lo que ocurrió a
continuación se salió de todo parámetro comprensible... Betancourt, según la versión de Alicia, era el hombre que le había informado
a ella de la existencia de las escandalosas fotografías que había tomado Rodríguez, y por
eso quiso matarlo. Al menos una de las imágenes habría sido descubierta en los allanamientos y estaba en manos del tribunal, según contó ella a la prensa. Y no fue todo lo que se supo de estas mismas fotografías: aparentemente, Rodríguez tenía todo un
procedimiento de "sexo espiritual" con sus clientas, llevando a ejecución
con ellas absurdas sesiones de sanación y magia en las que participaron
otras mujeres identificadas como María Mejía, Betzabé Fernández y Julia Araya. Todas ellas
aparecieron retratadas en una misma fotografía comprometedora que también llegó al
tribunal, como evidencia incriminatoria.
Pero, justo entonces, una llamada anónima alertó a la Policía de
Investigaciones con otro episodio para el enredo: un sujeto había ido a su estudio de Miraflores, había
quebrado un vidrio para acceder y sacar de allí fotografías y material
comprometedor, delito que estaba en proceso. Carabineros y detectives volaron hasta la consulta apenas
colgaron el teléfono, siendo los uniformados los primeros en llegar acompañados de reporteros de prensa. Cuál sería la sorpresa de todos al descubrir
adentro al propio Rodríguez, acompañado del joven egresado de leyes Enrique
Monti, quien oficiaba como su asesor legal y era hijo de un conocido abogado
de la época, además estar siendo ayudados por empleado de la librería. De hecho, fueron
fotografiados por los corresponsales gráficos en aquella comprometedora ocasión.
Sorprendidos in fraganti los tres y al solicitarse una aclaración de su
presencia allí, Rodríguez intentó explicar nerviosamente que se le había
quedado su llave dentro del escritorio y, para recuperarla, debió romper el
cristal e ingresar de esta forma a su propio local. Nuevamente, se trataba de una explicación improvisada y que nadie
creyó, causando incluso hilaridad en los presentes. A los minutos llegaron
los detectives pero, al no contar con una orden, no pudieron detener al
astrólogo a pesar de tampoco haberse tragado su burda versión de los hechos.
A pesar de no poder ser detenido Rodríguez en el momento, a menos de una semana de ocurrido su
intento de asesinato el tribunal ya se tenía claro que el caso era sólo una parte de hechos involucrando una virtual red mafiosa de supuestos astrólogos o adivinos dedicados a actividades oscuras de
fraude, extorsión y vejámenes inmorales. Se acusó también a Betancourt de ser un charlatán, quien había comenzado fingiendo ser un fakir o
algo parecido en exhibiciones que daba en la Plaza Tirso de Molina de
Recoleta, cerca de la Vega Chica y la feria de la Plaza Artesanos, desde
donde emigró a la Alameda abriendo una consulta con su esposa, la mencionada astróloga
Shara. Desde entonces, se habría dedicado supuestamente a esta clase
de engaños, o eso era lo que aseguraban sus detractores.
Las nuevas noticias del caso llegaron velozmente a los periódicos y se comenzó a hablar
desde entonces de "La Mafia de los Astrólogos" para referirse a la investigación. El escándalo aparecía incuso en grandes titulares de las portadas. Los flashes de las cámaras
iluminaban las puertas de los tribunales en cada movimiento, en tanto, y los diarios
pusieron atención especialmente en el desarrollo de este sensacional alboroto policial dispuestos a extraer cada información que se filtrara para llevarla a las prensas.
A medida que avanzaban los días, a veces sólo en cosa de horas, el asunto se hacía más intrincado y más complejo. El tribunal pudo determinar con certeza, por ejemplo, que la tal Alicia, o mejor
dicho María de las Mercedes, además de ocuparse como modista se había dedicado a esas mismas
actividades como supuesta astróloga, con el pseudónimo de Mariana. La
mujer residía y trabajaba en calle Marina de Gaete 744 cerca de Santa Rosa, en donde
Betancourt arrendó una pieza y luego se hizo su cómplice, enviándole
clientes que él mismo atendía para así ayudarla económicamente. De acuerdo a lo publicado en los periódicos, entonces, Betancourt
supuestamente le proporcionaba información de estos clientes para que Mariana
supiera qué preguntar y responder, sorprendiéndolos y convenciendo así a los
incautos de que estaban frente a una auténtica vidente. Ella cobraba de 5
a 10 mil pesos por consulta durante el tiempo en el que estuvo en estas funciones.
María de las Mercedes (ya no más Alicia), también habría tenido una relación
íntima con Betancourt pero, después de una discusión o ruptura entre ambos, ella salió
a realizar consultas y pedir orientación a Rodríguez, quien la atendió en su local de
calle Miraflores 260. Allí habría sido sometida a las humillantes y pervertidas
"sesiones espirituales" que practicaba el astrólogo, ocasión en la que le
tomó al menos una fotografía, correspondiente a la que llegó a conocimiento de los investigadores. Esta imagen, a su vez y por razones que nunca
quedaron claras pero que revelaban un vínculo entre Rodríguez y Betancourt,
había ido a parar a manos de este último. Fue así como María de las Mercedes se enteró de la existencia de la
misma y partió a exigirle a Rodríguez los negativos o bien a atacarlo
directamente como venganza, con los hechos ya descritos. Llevada otra vez ante el tribunal el día 7 de
febrero, ella seguía insistiendo en haber sido sólo una víctima "de depravados",
pero de todos modos fue declarada reo.
Obviamente, Rodríguez seguía alegando inocencia a pesar de que todas las
constelaciones del zodiaco parecían desmoronarse sobre su cabeza. Para incremento
de su desgracia, se hizo público también otro antecedente sobre su vida que hasta entonces pasaba medianamente inadvertido: en 1943, y luego de una investigación de la
Primera Comisaría Judicial, había sido expulsado del país por embaucador y
extorsionador al ofrecer falsos servicios de astrología y ayuda para
encontrar la fortuna, con los que comprometía a los clientes en obligaciones
de seguir proporcionándole pagos dinero. Asistido por sus abogados logró zafarse de
la expulsión en esa y otra ocasión, por las mismas acusaciones.
En tanto, al regresar Betancourt a Santiago y ver sus fotos en primera
página de los diarios, de inmediato se sintió acosado y perseguido sin
puerta de escape. Se encontró también con la sorpresa de que su empleada
doméstica, Sabina Contreras Rivera, ya había hablado con los detectives y
habría confirmado que su patrón tenía fotografías de mujeres desnudas que
había tomado Rodríguez, todas de clientas del mismo astrólogo, incluyendo
una de María de las Mercedes. Diarios como "La Tercera" proporcionaron abundantes detalles al respecto. Se dijo, además, que la empleada había entregado la
fotografía en donde aparecían desnudas María de las Mercedes y las otras tres mujeres, todas acusando ahora al astrólogo de haber sido
humilladas con ritos donde les vendaban los ojos y las desnudaban.
Así las cosas y sin ver evasión posible, Betancourt se había entregado a la policía el viernes 9 de febrero. Como era previsible, su primera declaración culpaba de todo a
Rodríguez y confirmaba como práctica regular de este sujeto el fotografiar a
sus clientas en situaciones como la descrita. En tanto, María de las Mercedes no apeló
a la encargatoria de reo, pues no tenía dinero para contratar un abogado, y
Betancourt quedó incomunicado.
Mientras tanto, afuera de los juzgados se agolpaba un nuevo enjambre de reporteros y
camarógrafos tratando de registrar la llegada, entrada y salida de los
tantos personajes implicados en el bochornoso escándalo. Incluso uno de los
corresponsales que cubría el caso para "La Tercera" fue llamado por el
tribunal y para colaborar con su declaración en la causa, a lo que accedió
ayudando con información pero acogiéndose en otros detalles al secreto
profesional. La expectación era enorme y se rumoreó también de importantes
e influyentes personajes públicos que pudieron haber estado implicados en las
actividades de Rodríguez y Betancourt. Aunque no hubo pruebas concretas de
ello, cabe comentar lo conocida que es la tendencia de algunas celebridades de la política y el mundo artístico con esta clase de prácticas y personajes, tentados por su instinto supersticioso y el pensamiento mágico.
Quizá intentando eludir toda aquella incómoda atención, Rodríguez se hizo internar en la
Clínica Alemana que funcionó hasta 1971 en calle Dávila Baeza 727 de Recoleta, actual Clínica Dávila. Ingresó para atender sus heridas todavía
frescas, según argumentaba, pero de todos modos sería interrogado nuevamente en el lugar. La entrevista
ordenada por el tribunal resultó nefasta para el astrólogo, esta vez: nervioso y
asustado, cayó en otras innumerables contradicciones y todo su testimonio que
pretendía desvincularlo de las fotografías y de las redes de extorsión, se
vino completamente abajo.
En definitiva, todo indica que el interrogatorio no pudo ser más adverso a Rodríguez. Poco rato
después de haber abandonar la clínica, su domicilio de calle Pedro de
Valdivia también fue allanado, a pesar de los intentos de su empleada doméstica por
negar a los detectives que él vivía allí y luego alegar que su patrón estaba
en cama convaleciente de la operación y no podía atender a nadie. De nada le
sirvieron las excusas: fue declarado reo "por ofensas al pudor y las
buenas costumbres" de acuerdo al Código Penal, si bien su abogado Osvaldo López
logró excarcelarlo en la tarde de ese mismo día, tras pagar una fianza de
$20.000... Menos de lo que el propio Rodríguez cobraba a veces por cada
consulta, según se dijo entonces.
Betancourt, por su lado, fue encargado reo por "instigador de homicidio
frustrado", pues se estimó que había una intención malévola en su revelación
de las fotografías de María de las Mercedes, esa donde aparecía desnuda con
otras mujeres sometidas al vejamen "ritual". También se aseguraba que
Betancourt practicó sesiones de "sexo espiritual" similares a las de
Rodríguez, pero dirigidas por un amigo apodado ostentosamente como El
Sacerdote, en la consulta de Marina de Gaete, por lo que sería procesado
por los mismos cargos de ofensa a la moral. Adicionalmente, se extendió una orden de
captura para El Sacerdote.
Ni Betancourt ni Rodríguez lo reconocieron, pero era probable que existiera
alguna conexión "profesional" entre ambos, como la que tenía con Mariana
al proporcionarle información de esos clientes que después el adivino
hacía pasar como talentos de su clarividencia. Sí confirmó que el propio
Rodríguez le había entregado estas imágenes donde aparecían las mujeres
desnudadas.
No ha sido la única vez que han sucedido cosas casi exactamente iguales a las descritas, por supuesto, especialmente con la proliferación de sectas y de falso guías espirituales. Aquella práctica de "colusión" malévola entre pretendidos brujos para
engañar a clientes ingenuos y cometer incluso abusos ha
sido repetida muchas veces por charlatanes de la adivinación y no sólo en
Chile. Es casi un secreto a voces, de hecho, el que muchos actuales chamanes
extranjeros y curanderos con exotismos tropicales operando en Santiago
también recurren a tales tretas u otras parecidas. Por alguna razón, sin embargo, la
legislación, los tribunales y el actuar policial actuales parecen mucho más
benevolentes y tolerantes que en aquel entonces.
Pasó el tiempo y Shara, quien alegó inocencia para sí y lealmente también para marido Betancourt, logró desprenderse del estigma que salpicó desde el anatema a su currículum. Con él llegaría a ofrecer otras pruebas parapsicológicas que resultaban todavía asombrosas en esos años: se hacía acompañar por una persona mientras Betancourt, de espaldas a ambos o sentado en otro cuarto, adivinaba características físicas y luego hacía revelaciones más íntimas del extraño presente, aunque siempre rondó la posibilidad de un truco de códigos que permitiera acertar las respuestas correctas de acuerdo a las palabras que ella usara para formular cada pregunta, otro recurrido embuste. A partir de esa misma década del escándalo, el matrimonio pudo consolidarse como una conocida dupla consultora espiritual en ciertos medios, con Shara participando en programas radiales donde ofrecía consejos a quienes se contactaran, como "El tribunal de la vida". En formatos de radioteatro se la presentaba como "mentalista de fama internacional", recreándose casos de la vida real sobre amor o desengaños y con ella ofreciendo una conclusión con veredicto al final del mismo, espacio que llegó a ser popular en radios como Santiago y Corporación.
El traspié de 1962 pudo quedar atrás la vida y el prestigio de Shara, gozando así de la fama y los réditos por sus precisos pronósticos (tales como no separarse de una pareja, porque a esta le quedaban pocos meses de vida), o al menos esos se decía. Era conocida por atender las cartas enviadas por quienes pedían su orientación y pedir también que adicionaran una huella impresa de su mano con pasta de zapatos sobre el papel, para elaborar al aire un perfil quiromántico de cada interesado. Todavía en los ochenta era famosa su voz en programas como "Historia de la vida real", producido por el propio Betancourt y cuando figuraban en su equipo de radioteatro actores como Alexis Quiroz, Viviana Navarro, Gloria Vigoroux, Julia Navarro y Alberto Valdés. Cierta versión dice incluso que Julia era realmente la misteriosa Shara (ver, por ejemplo, el medio "Economía y Negocios" del portal de "El Mercurio", martes 7 de febrero de 2017, artículo "Consultorios sentimentales a la chilena" de Sergio Caro). Cerca de 50 años completó en las radios ofreciendo sus pretendidos poderes y diagnósticos espirituales, de hecho.
De esa olvidada forma terminó, entonces, la
compleja historia de astrología, estafas, chantajes, líos de faldas y
perversiones, alguna vez conocida como "La Mafia de los Astrólogos", con unos responsables más implicados que otros, esparciendo culpas tal vez en forma injusta cobre otros que actuaron más cerca de la buena fue. No lo sabemos ya... ¿Qué
tan lejos se está hoy en día de estas prácticas, sin embargo, cuando algunos de los
propios tarotistas, quiromantes y astrólogos han denunciado que existen toneladas de falsos practicantes del oficio y que, sin embargo, han tenido
importantes autoridades políticas y gubernamentales sentadas en sus
mesones?... Eso es otro misterio para adivinos.
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