LA ACIAGA RACHA DE MUERTE DE 1976 EN EL MORRO DE ARICA
Rescate
del cuerpo del joven obrero fallecido en el trágico accidente de junio
de 1976, que parece haber cerrado la racha fatal del Morro aquel año
(Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica").
Una de las famas más
siniestras del Morro de Arica, independientemente de sus leyendas y
tradiciones de orientación sobrenatural, es su confirmada característica
de ser un lugar elegido por muchos suicidas que se arrojan al vacío,
como fue el caso aún relativamente reciente de Juan Salvador Huerta, cuya animita está abajo en el sector de los jardines desde el año 2010.
Pero la muerte se ha
manifestado en el morro no sólo con saltos suicidas: recordados son los
casos de obreros que han perecido accidentalmente, en especial durante
la construcción de las instalaciones portuarias. Y, si hilamos fino
siguiendo la cuerda de muerte por el tiempo, podemos remontarnos a la
propia Toma del Morro de Arica el 7 de junio de 1880, que regó de sangre
de unos 1.500 hombres heroicos este peñón.
Que el ángel de la
muerte ha volado históricamente alrededor del Morro como esos negros
gallinazos cabeza roja, entonces, no es tema de discusión. Sin embargo,
una particular concentración de suicidios y accidentes ocurrida en un
período de 1976, en su momento sirvió para especular sobre una
controversial maldición o, cuanto menos, de un sino de desgracia
rondando al lugar, a pesar de lo habituados que han estado
tradicionalmente los ariqueños a las noticias con esta clase de dramas
involucrando al Morro.
Conscriptos
del Regimiento "Rancagua" realizando labores de rescate de cuerpos de
los trabajadores guaneros fallecidos el 4 de marzo de 1976 (Fuente
imagen: diario "La Estrella de Arica").
UN VERANO SANGRIENTO
Era febrero de 1976, con
veraneantes en masa y en la mejor etapa de las vacaciones para la
ciudad de Arica. Acababa de fundarse el diario "La Estrella", además.
Hacía menos de cuatro años que el Morro de Arica había sido declarado
Monumento Histórico Nacional y cerca de dos desde que se fundó en su
cumbre el Museo Histórico y de Armas, revitalizando las visitas a su
cima y mejorando su importancia en el turismo.
El día martes 17 de ese
mes hacia las 14 horas, una muchacha de 17 años llamada Olga Cortez
López se encontraba arriba en el Morro, hasta donde había llegado con un
triste propósito. Residente de la Población Las Brisas, por razones que
nunca fueron bien aclaradas la jovencita ejecutó el fatídico "salto del
ángel" desde el sector adyacente al museo y frente a la costa, donde
está la gran falla con grietas en la cara frontal del peñón.
El frágil cuerpo golpeó
contra el borde rocoso y cayó desde la inmensidad hasta donde están los
jardines y las palmas en la actualidad. Quedó tendida abajo, entre unos
peñascos, quebrada como una muñeca de losa y con la vista perdía hacia
el cielo al que quizás esperaba llegar con este acto final. Y al día
siguiente, la portada del diario local titulaba: "DRAMA EN EL MORRO".
Empero, no se pasaba la
impresión de este trágico suceso cuando, tan sólo unos días después, el
22 de febrero, un obrero de 35 años llamado Félix Jofré Adaros,
domiciliado en la Población Barrientos, también se lanzó desde la altura
y cerca del lugar donde antes lo había hecho la muchacha.
La información que
recolectaron rápidamente los medios para el día siguiente, decía que
Jofré había tenido una fuerte y terminal discusión con su esposa, hacia
el mediodía, abandonando su hogar sabiendo que todo había concluido.
Luego de deambular fugazmente por las calles de la ciudad llegó a la
cima del Morro de Arica y, tras una última meditación, se arrojó desde
el borde hacia la avenida costanera.
Tal como sucedió con la
joven Olga, el cuerpo del trabajador golpeó contra la saliente y quedó
destruido en el fondo, en su caso tan gravemente que dificultó el
reconocimiento del cadáver luego de que el cadáver fuera levantado por
orden del juez.
Dos muertes similares en
5 días parecía una casualidad asombrosa, aunque aún era comprensible
como coincidencia... Sin embargo, el Morro todavía tenía macabras
sorpresas que ofrecer.
Esquema
en la portada del diario mostrando cómo fue el suicidio de la muchacha
Olga Cortez López, en febrero de 1976 (Fuente imagen: diario "La
Estrella de Arica").
A
los pocos días, el mismo periódico debió repetir lo mismo en su
portada, para mostrar un esquema detallando el suicidio del obrero Félix
Jofré (Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica").
UN HORRIBLE Y MORTAL ACCIDENTE
Terminaba la temporada
de las vacaciones estivales con estas dos tragedias a cuestas, y Arica
comenzaba a volver a la normalidad del resto del año, al empezar marzo.
Sin embargo, el primer jueves de ese mes iba a clavarle una puñalada a
la tranquilidad de toda la ciudad, nuevamente con un sangriento y
doloroso suceso que es considerado como uno de los más terribles
accidentes sucedidos allí.
Cinco obreros, dos de
ellos menores de edad, trabajaban en la ladera del Morro de Arica
ubicada hacia el lado poniente, enfrente de El Caleuche y de los roqueríos de El Infiernillo,
por el sector que hoy se reconocería en la cúspide como aquel atrás de
las antenas de radio. A unos 100 metros de altura, había una cueva
guanera donde recogían material para fertilizante los trabajadores
independientes Mateo Zegarra Belzú (43 años), su hijo Juan Carlos
Zegarra Mamani (16 años), Modesto Ilaja González (35 años) y su medio
hermano Eleodoro González González (37 años) quien, infelizmente, ese
día llevó por primera vez al lugar de labores a su hijo Raúl González
Supanta (14 años).
Estaban en estas faenas
cuando, inesperadamente, un gran desprendimiento de rocas, arena y
tierra provocó un alud de enormes proporciones que acabó tapando a los
infortunados obreros. Según testigos que informaron a la prensa, el
derrumbe fue hacia las 18:10 horas de ese día 4 de marzo de 1976.
La noticia se expandió
rápidamente y llegaron raudos los efectivos de Carabineros de Chile y
una patrulla militar del Regimiento "Rancagua" quienes, con voluntarios
del Cuerpo de Bomberos de Arica y asistidos por personal de Servicio de
Investigaciones y Seguridad, realizaron un titánico y peligroso
escalamiento con cuerdas y picotas hasta el lugar de la tragedia
mientras se hacía ya de noche, esperanzados en rescatar con vida a los
guaneros atrapados. A las 19.20 llegó el juez del 2° Juzgado del Crimen,
don Humberto Retamal Arellano, quien daría la orden de levantar los
cuerpos que se hallaran en el lugar.
Dirigidos por el
Prefecto de Carabineros Coronel Eduardo Torres Torres y por el
Comandante 2° Subrogante del Regimiento "Rancagua" Mayor César Zavala,
las cuadrillas constataron que todos murieron sepultados, excepto
González González, quien alcanzó a ver con horror cómo su hijo
adolescente era aplastado por el derrumbe. El sobreviviente fue bajado
en camilla y hacia las 20:30 horas de ese día, y menos de diez minutos
después descendían en la oscuridad el cadáver de su hijo, primero sacado
de entre las rocas, para que su muerte fuera certificada por el Doctor
Octavio Villegas. Un rato después, era bajado de la misma manera el
cuerpo de Ilaja.
Un infierno de llamadas
comenzó a agitar los teléfonos de los cuarteles de Carabineros en esas
tensas horas: familiares y amigos preguntando por sus seres queridos,
más la prensa y las autoridades conmocionadas por el accidente. En la
oscuridad nocturna, una muchedumbre se agolpó abajo en la Costanera Sur
por el lado de El Caleuche y la playa El Laucho, mirando los
trabajos de rescate que se divisaban todavía gracias a los movimientos
de las lámparas y las linternas de los rescatistas.
Fue todo lo que se pudo
hacer ese día, sin embargo, pues una piedra de unas tres toneladas
obstruía las labores en el socavón, por lo que la operación debió ser
suspendida hacia las 20:45 horas y hasta el otro día. En la confusión,
ni siquiera se sabía con claridad si las víctimas eran cuatro o cinco.
La mañana llegó con una
penosa escena en el lugar y el día iluminaba el escenario de la tragedia
en toda su magnitud, mientras los conscriptos del Regimiento "Rancagua"
aún exponían sus vidas para los trabajos de rescate desde las 7:45.
Cerca de las 10 horas,
lograron sacar de entre la tierra y las piedras los restos de los
Zegarra, primero el hijo y luego el padre. La viuda, doña Brígida
Mamani, estuvo mirando con sus dos hijas desde temprano estas
actividades en el sector de la costanera, quizás inútilmente esperanzada
en un milagro, en una conmovedora y terrible escena que fue registrada
por los reporteros. Los cuerpos debieron ser recibidos por Teodoro
Zegarra, hermano de la mayor de las víctimas.
Conscriptos
rescatando los cuerpos del fatídico accidente de marzo de 1976, que se
encontraban atrapados a 100 metros de altura (Fuente imagen: diario "La
Estrella de Arica").
Eulogio
González González, modesto trabajador que sería el único sobreviviente
de la tragedia, donde perdió a su hijo y a un medio hermano (Fuente
imagen: diario "La Estrella de Arica").
LA CIUDAD CONSTERNADA
La conmoción fue general
en Arica. Los llantos de los deudos no cesaron desde la mañana aquella
en que terminaron de ser retirados los cadáveres. Los titulares de
prensa otra vez destacaban al Morro como escenario de un traumático
drama y, conforme se iban conociendo más detalles de la tragedia, más
profundo era el dolor. Incluso el Gobernador de la Provincia y el Jefe
de Guarnición Militar se habían hecho presentes para conocer del
desarrollo de los rescates.
Crudas imágenes de
cuerpos ensangrentados aparecían en los periódicos. Estrangulaba el
alma, además, confirmar las condiciones de miseria que afectaban a estos
hombres, debiendo trabajar en tan peligrosas condiciones por el
sustento. El muchacho hijo de González, por ejemplo, había sido llevado
ese día al lugar de extracción por su padre, para poder pagarse los
zapatos de colegio que necesitaba en el inicio de clases que iba a tener
lugar el lunes siguiente.
Según la información que
proporcionó por entonces el Teniente de Carabineros don Tulio Miniño,
quien estuvo a cargo del operativo de rescate y fue considerado casi un
héroe en su momento, toda esta calamidad se debió a la inexperiencia de
los trabajadores guaneros que, motivados por la necesidad, tomaron estos
trabajos de altura y en lugares con peligro de derrumbe. Si bien el
hoyo de la tragedia medía sólo un metro de profundidad y tenía una boca
de seis metros, ellos habrían realizado excavaciones para facilitar la
extracción sin la prevención necesaria. "Trabajaban sacando guano de la manera más rudimentaria -diría Miniño a la prensa-, sin ningún medio de seguridad".
El día 6, hacia las 17
horas y tras ser velados en la Población 11 de Septiembre, salían los
cortejos de Ilaja y del adolescente González Supanta, quien era su
sobrino además de hijo del sobreviviente Eulogio, también residente en
esa misma villa. Los restos de los Zegarra, en cambio, partirían al
cementerio a la misma hora desde la calle Chapiquiña.
Casi al mismo tiempo,
las autoridades locales anunciaban la toma de medidas para evitar que se
repitieran calamidades como ésta en el Morro de Arica... Mas, aún el
peñón tenía alguna secreta e inexplicable sed de sangre que se iba a
consumar luego de una falsa calma.
Horrible
escena, del cuerpo del muchacho hijo de Eulogio González, de sólo 14
años, siendo trasladado por el personal de Hospital Juan Noé (Fuente
imagen: diario "La Estrella de Arica").
La
triste escena en que doña Brígida Mamani, esposa y madre de los
Zegarra, llega hasta el lugar donde están siendo rescatados los cuerpos
de sus seres queridos, mientras un funcionario de Carabineros intenta
frenarla (Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica").
Mateo
Zegarra y su hijo Juan Carlos, de sólo 16 años, cuyos cuerpos pudieron
ser rescatados sólo al día siguiente (Fuente imagen: diario "La Estrella
de Arica").
LA MUERTE REGRESA AL MORRO
Pasó marzo... Se fue el
verano. Pasó abril, y las heridas sufrientes de los sucesos del Morro de
Arica comenzaron a cerrar más por olvido que por superación, como ha
sido costumbre en nuestra frágil memoria nacional. La instalación del
monumento a los trabajadores que habían ido muriendo en la construcción
del puerto, inaugurado el 1° de mayo siguiente, prácticamente pasó
inadvertida en varios medios locales.
Los festejos del 7 de junio, en cambio, devolvieron la alegría ariqueña. En un solemne acto, además, se habían trasladado los restos del soldado desconocido de la Guerra del Pacífico encontrado en Pisagua hasta una cripta y memorial propio en la cima del Morro de Arica, donde aún permanece recibiendo visitas y honores.
Terminaba el mes de la
ciudad y el peñón, por desgracia, volvió a teñirse de rojo. Esta vez, la
víctima fue Carlos Lamas Córdova, joven de 22 años domiciliado en la
Población Faldeos del Morro y obrero del Plan del Empleo Mínimo, quien
pereció aplastado por un nuevo derrumbe de toneladas de piedras y rocas
en una cantera a 55 metros de altura, por el lado de la ladera frente a
la ex Isla Alacrán
y donde se habían producido antes las extracciones de material para la
construcción del puerto. Allí se retiraban, ahora, rocas para trabajos
de ornato de la ciudad, particularmente para la construcción del muro de
piedra laja de la Playa La Lisera y del Paseo Peatonal El Morro. Lamas
formaba parte de estas cuadrillas.
La causa de la tragedia
fue, principalmente, el deslizamiento de una enorme roca de cinco
toneladas, que además provocó la avalancha que le quitó la vida a Carlos
y dejó herido a su compañero de trabajo Genaro Luis Rodríguez, de 28
años. La tragedia sucedió a las 10.15 de la mañana, a unos 800 metros de
donde había ocurrido el fatal derrumbe de marzo. Correspondió otra vez
al Juez Retamal, ir al lugar a autorizar el levantamiento de los restos.
El cuerpo de Lamas quedó
tirado en una extraña posición, contorsionado y destruido, aún con su
overol azul, tronchando una vida esforzada y joven. Luego de ser
rescatado y bajado hacia las 11:50 horas por carabineros y bomberos, el
cadáver fue llevado en un carro de estos últimos hasta la morgue, todo
esto ante la mirada de sus padres Carlos Lamas Varela y Esperanza
Córdova Guzmán, en medio de escenas desgarradoras de sufrimiento pues la
madre, que también trabajaba en el Plan del Empleo Mínimo, se
encontraba regando los cercanos jardines de la avenida Costanera justo
al momento del accidente.
Al día siguiente, la prensa titulaba sin salir del asombro: "EL MORRO COBRÓ OTRA VÍCTIMA"
El saldo positivo de
todo es que, a pesar de las características del terrible nuevo
accidente, salvaron ilesos cinco trabajadores más que estaban con el
herido y el fallecido.
Imagen
del infortunado obrero Carlos Lamas, en la tarjeta que envió a sus
padres en la última Navidad de su vida (Fuente imagen: diario "La
Estrella de Arica").
Dramática
escena con el cuerpo de Carlos Lamas, tras la tragedia. Sé que muchos
se molestarán porque reproduzco estas escenas, pero prefiero recibir
reproches a esconder esta parte martirial y dolorosa varias veces
repetida en la historia del Morro de Arica, a pesar de haber sido
olvidada tras sus postales turísticas y pintorescas. Todo ejemplo de
progreso ha tenido costos y sacrificios humanos que no corresponde
minimizar (Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica").
Labores de rescate del cuerpo (Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica").
MIRANDO HACIA 1976
Siete muertos dejó la
racha fatal del Morro de Arica aquél 1976; siete vidas llenas de futuro,
de gente modesta y esforzada, cuyas familias aún deben vivir en la
ciudad cabecera del país, que a fines de ese mismo año veía con
incertidumbre cómo era disuelta su histórica Junta de Adelanto.
Siete vidas que, por
cierto, sólo se suman a la nómina negra del lugar, que incluye
trabajadores muertos en accidentes como el de 1961 y otras almas
fracturadas que se autoeliminaron o que cayeron accidentalmente, como
parece ser el caso de un soldado de la Brigada Acorazada "Coraceros" que
pereció el año 2011.
He escuchado que hubo al
menos una tragedia más ese año de 1976 vinculada al Morro, pero
revisando la prensa no logro encontrarla dentro de esta cadena oscura de
recurrencia allí sucedida: primero un suicidio de una muchacha, seguido
de otro suicidio similar de un obrero, al poco tiempo la muerte de
cuatro obreros (dos de ellos adolescentes) en un derrumbe, y finalmente
el derrumbe que mata a un obrero joven casi como terminando de
conceptualizar las coincidencias de este soplo de muerte en el destino
sobre el gran símbolo de Arica.
Aunque los años de los
accidentes como los descritos han quedado atrás, salvo por el recuerdo
que dejaron temibles derrumbes en los últimos terremotos, muchas otras
personas han vuelto a ejecutar el suicida "salto del ángel" desde la
altura del peñón, poniendo fin a tormentos y a perturbaciones de una
vida infeliz. Una de las más espectaculares tiene lugar el 2004, con una
joven pareja que se arrojó en vehículo desde 114 metros de altura, en
un aparente pacto final. Varios más trataron de suicidarse, pero
logrando ser detenidos a tiempo. El último fallecimiento del que tengo
noticia, fue el de un muchacho de 23 años que se arrojó en llamas el mes
de junio pasado.
Nada se parece, sin
embargo, a esta extraña seguidilla de muertes de 1976, con sus
circunstancias tan particulares y trágicas, además de su intrigante
coincidencia de tiempos, espacios y hechos.
La roca que desató la tragedia de junio de 1976 (Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica").
Los padres de Lamas en el lugar de la tragedia (Fuente imagen: diario "La Estrella de Arica").
Comentarios
nknown25 de mayo de 2017, 19:33
cuando visite la ciudad me entere de estos acontecimientos y es fuerte la vibra que se puede sentir en el morro.
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Unknown18 de agosto de 2018, 18:36
Mi abuelo tambien se suicidó en el morro entre esos años , cuenta la famila que fue por qué secuestro a sus 3 hijos menores y los llevo al marro para tirarse con ellos , al ir a comprar comida no los encuentra y pensó que ellos se habían caído luego de eso el se lanzó .también esta otra parte que él murió en el lado de la vandera tomo veneno y por el dolor se empezo a dar golpes en la cabeza .... En verdad me interesa mucho saber más ... Saber si hay una foto de el . !
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Marco Zumelzu Zegarra23 de enero de 2022, 16:03
Es mi abuelo y mi tío que están en las fotos <\3
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carmen rosa26 de marzo de 2022, 18:47
Supe de otra persona que se suicidó en el morro de arica.
No sé en que fecha.
1980 aprox.?
Su nombre era Lorenzo Tai Urbina.
Alguién me puede entregar alguna información sobre esto. Gracias.
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